Somos continuadoras del espíritu que impulsó a
San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac
a entregar su vida por los más pobres.
Ellos descubrieron el rostro sufriente de Cristo
en la Francia del siglo XVII.
Interpelados por el dolor y el sufrimiento
del pueblo pobre
fueron capaces de romper estructuras
y lanzar a las primeras Hermanas,
al cuidado de los pobres, por las ciudades y aldeas.
"Deseo sean santas...
para ello, queridas Hermanas,
hemos de tener continuamente ante la vista
nuestro modelo, que es la vida ejemplar de Jesucristo
a cuya imitación estamos llamadas, no solo como cristianas,
sino también por haber sido elegidas por Dios
para servirle en la persona de sus pobres."
"¡Oh, mis queridas hermanas!;
Hay que imitar al Hijo de Dios que no hacía nada sino por el amor que tenía a Dios su Padre.
De esta forma, vuestro propósito, al venir a la Caridad, tiene que ser puramente por el amor y el gusto de Dios;
mientras estéis en ella,
todas vuestras acciones tienen que tender
a este mismo amor."
Conoce parte de nuestro legado Vicentino en este vídeo